martes, 29 de marzo de 2011

Intervención Familiar desde los Servicios Sociales Comunitarios

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El tercer seminario de la asignatura “Intervención ante problemas de desadaptación social” giró en torno a la temática de la atención familiar ofrecida desde los servicios sociales comunitarios. Dicha exposición vino dada de la mano de dos profesionales en este ámbito, concretamente una trabajadora social y una psicóloga, ambas de un municipio sevillano. Por lo que a lo largo de esta entrada trataré de situarnos en cuanto a lo que respecta a la teoría y reflexionar sobre diversos aspecto de interés que han suscitado en mí cierta curiosidad.

En primer lugar he de hacer alusión al concepto de servicios sociales comunitarios, siendo éstos definidos según la Ley de Servicios Sociales de Andalucía 2/1998 como “aquellos recursos, actividades y prestaciones organizadas para la promoción del desarrollo de los individuos y grupos sociales, para la obtención de mayor bienestar social y una mejor calidad de vida, así como para la prevención y eliminación de la marginación social”. Así pues los servicios sociales comunitarios, también denominados básicos, generales o de atención primaria, constituyen la estructura básica del Sistema Público de Servicios Sociales.

Hemos de recordar también, como vimos en la asignatura de “Servicios Sociales Básicos y Especializados” durante el pasado curso que los objetivos de dichos servicios comunitarios son:

      - La promoción y el desarrollo pleno de los individuos, grupos y comunidades, potenciando las vías de participación para la toma de conciencia, la búsqueda de recursos y la solución de los problemas dando prioridad a aquellas necesidades sociales más urgentes.

      - El fomento del asociacionismo en materia de servicios sociales, como cauce eficiente para el impulso del voluntariado social.

      - El establecimiento de vías de coordinación entre organismos y profesionales que actúen, dentro de su ámbito territorial, en el trabajo social.

Además, siguiendo una vez más la Ley de Servicios Sociales de Andalucía 2/1998 de 4 de abril, en su artículo 10, y concretamente el Decreto 11/1992, de 28 de enero, los servicios sociales comunitarios deben prestar los siguientes servicios:

  • Servicio de Información, Valoración, Orientación y Asesoramiento (SIOVA): es la puerta de entrada de los servicios sociales, donde se realizan las primeras atenciones y prestaciones a la población, así como los contactos con los demás recursos sociales.
  • Servicios de Ayuda a Domicilio (SAD): desempeña una atención de carácter doméstico, social y de apoyo personal a familias y personas con el objetivo de facilitar una autonomía en su medio habitual, y evitar su desarraigo.
  • Servicio de Convivencia y Reinserción Social (CORE): se pretende la incorporación de todas las personas a la vida comunitaria, prestando especial atención a las acciones de prevención.
  • Servicio de Cooperación Social (COSO): de promoción y potenciación de la vida comunitaria, impulsando el asociacionismo.
Ahora bien, dentro del Servicio de Cooperación y Reinserción social se encuadra el “Programa de Atención Familia e Infancia” al cual pertenecen las profesionales allí presentes. Con éste se pretende prevenir, paliar y corregir situaciones de riesgo personal y/o familiar, con la intención de que no se derive en un riesgo social manifiesto, especialmente para los menores, favoreciendo la convivencia dentro del seno familiar. En este punto se encuentra una de las mayores cuestiones que aguarda este tema, ya que se trata de un viejo debate alrededor de ¿qué es lo mejor para el menor?.
      
                     

En la actualidad los menores son objeto de numerosas intervenciones, son considerados un colectivo vulnerable cuyos derechos se encuentran por encima de muchos otros, los cuales deben ser atendidos correctamente y se debe velar por el cumplimiento y satisfacción de todas sus necesidades. La protección del menor es hoy día una cuestión de gran envergadura, siendo considerada la familia como el medio más idóneo para la formación y desarrollo del niño como han demostrado algunos estudios e investigaciones como las desarrolladas por Bowlby (1969) o Ainswoth y Bell (1970). Estos autores pusieron de manifiesto la importancia de la familia en la salud mental de los hijos, especialmente en la capacidad de establecer vínculos afectivos, ejerciendo una gran influencia en la construcción de la personalidad las experiencias de amor y seguridad o por el contrario de temor y soledad percibidas en los primeros años de vida. Spitz (1972) también observó que aquellos niños que no recibían suficientes estímulos afectivos presentaban importantes retrasos tanto a nivel cognitivo como social.

Siguiendo por tanto esta línea las administraciones intervienen en aquellos casos en los que es necesaria su actuación, dada la situación de riesgo existente para el menor ya sea debida a factores individuales, familiares o socio-ambientales. Por tanto cuando la familia se convierte en un medio hostil para el desarrollo del niño, la Administración en un primer momento promueve los recursos necesarios de apoyo a la familia con el objetivo de proporcionarle a ésta los medios para que sea capaz de superar esa situación evitando la separación del menor de su entorno. Precisamente en este nivel se encuentran los Programas de atención a la familia e infancia, los cuales atienden a “núcleos familiares con hijos menores de edad de 0 a 18 años, que atraviesan por circunstancias concretas o generales de dificultad, que impiden el crecimiento individual adecuado de sus miembros o del conjunto como tal”. Desde aquí se trabaja con la familia, en ocasiones por miedo quizás al error o producir un daño mayor y en otras lamentablemente por falta de recursos institucionales se prolonga probablemente demasiado la estancia en los núcleos familiares de estos niños, retrasando su separación. Se trata de una decisión ardua y compleja la que deben afrontar los distintos profesionales, miembros integrantes de los equipos interdisciplinares, por lo que debemos confiar en su buen hacer y en su profesionalidad ya que se trata de personal cualificado para ello.

Así pues tras intervenir en este primer paso y no obtener el éxito esperado manteniéndose la misma situación, se adoptan otras medidas las cuales implican ya la separación del menor de su familia por parte en nuestro caso de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía quién asume la tutela y protección del menor, recogido todo ello en la Ley 21/1987, de 11 de noviembre (http://www.boe.es/boe/dias/1987/11/17/pdfs/A34158-34162.pdf).

En todo este proceso podemos observar la importancia crucial de la formación recibida por parte de todo aquel profesional que trate e intervenga con personas dentro del ámbito social, pues se está trabajando con la vida de muchas personas cuyos errores suponen costes de una envergadura abismal. Por lo tanto, se trata de un personal cualificado que debe responder ante un Código Deontológico, existiendo una serie de principios compartidos por todos éstos profesionales como el respeto, la confidencialidad, el derecho a la intimidad, el buen uso responsable de la información o la necesaria colaboración y coordinación entre todos.

Con este apartado también se hace referencia a las cualidades necesarias para el desempeño profesional de este oficio. Es una profesión que durante mucho tiempo quizás ha estado rodeada de mitos y estereotipos llegando incluso a estar infravalorada, pues es común en la sociedad el desconocimiento de este tipo de trabajos. De hecho numerosos compañeros entre los que me incluyo personalmente, nos hemos visto envuelto y hemos experimentado la amarga sensación de tener que explicar continuamente en qué consisten los estudios que estamos cursando, debido precisamente a la ignorancia hacia este sector. Además la rápida identificación popular con “los asistentes sociales” o peor aún con “los quitas niños” reflejan el largo camino que aún nos queda por recorrer, otorgándole una especial atención a las funciones de sensibilización y difusión social desde nuestro ámbito. Es más, a pesar del escaso reconocimiento por parte de la sociedad, me atrevería a afirmar que no todas las personas poseen las capacidades oportunas para desarrollar este tipo de trabajo siendo necesario reunir características o cualidades como la empatía, sensibilidad, motivación, flexibilidad, resolución de conflictos y toma de decisiones entre otras.

Otro hándicap que sigue acompañando a este trabajo es la consideración de una función marginal de atención a colectivos excluidos que requieren de una protección social, no teniéndose por tanto en cuenta su carácter universalista. Así pues, en un primer momento se piensa que en el caso de los “Programas de Atención Familia e Infancia” solo intervienen con familias que se encuentran en una situación de exclusión social creándonos una imagen prototipo. Sin embargo según las aclaraciones de las profesionales de este ámbito allí presentes, los casos con los que se encuentran son de una gran heterogeneidad. De hecho en los últimos tiempos, este aspecto si cabe se ha acentuado aún más debido a la crisis económica actual por la que atraviesa el país. Se ha producido un aumento del número de familias que requieren de la prestación de estos servicios y de la ayuda de estos profesionales para poder solventar su situación. Incluso familias de clase social media, con cierto estatus y que se encuentran integradas en la sociedad debido a los nuevos fenómenos acaecidos y a la actual configuración social son objeto de intervención.

De esta manera los cambios producidos en las tipologías familiares, en los roles que desempeña, la debilidad de la red social de apoyo, la incorporación de la mujer al mundo laboral extradoméstico, la predominancia de nuevos valores, las cuestiones surgidas ante el cuidado tradicional del infante o el ritmo de vida actual, han hecho que muchas familias se encuentren inseguras y desorientadas en cuanto a las pautas de crianza y modelos educativos coherentes que deben seguir, delegando como consecuencia algunas de sus funciones en el sistema educativo, según palabras de Vila (2000). El problema está en la ausencia de recursos por parte de la sociedad que proteja a la familia y permita la conciliación tanto de la vida familiar o personal como de la profesional, se trataría del cuarto pilar del bienestar social tan defendido por Vicenç Navarro. El origen de toda esta situación debatido durante el propio seminario fue establecido en la existencia de un número considerable de población que se encuentra inmerso en una sociedad neurótica y psicótica, en la que se producen problemas de socialización y con ello trastornos en la conducta. Desde nuestro ámbito por tanto será crucial trabajar con estas personas las habilidades sociales para que puedan afrontar las distintas adversidades que plantea la vida.

En general para poder atender toda esta diversidad de casos y minimizar el riesgo de la situación, buscando siempre el bienestar del núcleo familiar y mejorar su calidad de vida es crucial para todo ello el trabajo interdisciplinar, haciendo hincapié en un aspecto resaltado por las propias exponentes como es el reconocimiento de la importancia del trabajo en red o en equipo. La coordinación es por tanto fundamental en todo nuestro desempeño profesional, con el que todos los agentes implicados deben estar concienciados y cooperar para ello, trabajando de manera conjunta en una misma línea ya que se comparte y se avanza hacía un mismo fin común, reduciendo esfuerzos y minimizando costes.

Para finalizar me gustaría resaltar varios aspectos significativos que me resultaron muy llamativos durante la intervención de las exponentes, las cuales lanzaron una serie de ideas o conclusiones que pueden resumir de manera breve la principal problemática a la que se enfrenta uno de nuestros ámbitos de trabajo como son los servicios sociales. De manera sintética comparto con las dos profesionales que nos acompañaron a lo largo de todo el seminario, el hecho de que desde las instituciones no se aprecia la rentabilidad de estos servicios manteniéndose una visión de gasto lo que supone un coste frente a la posición de inversión. Una vez más todo dependerá del prisma desde el que se mira la realidad, ocupando el centro de todos los dilemas el dinero que como bien afirma un refrán popular “poderoso caballero, es don dinero”. El mayor problema al que se enfrenta por tanto los servicios sociales es su visión como un coste económico, no teniéndose nunca en consideración la importancia de invertir en prevención lo cual es mucho más eficaz y rentable que invertir en rehabilitación. De hecho vamos siempre a coalición de los hechos y según confirman los relatos de las propias profesionales en la actualidad se emplean “parches” para solventar las dificultades y necesidades de la sociedad. Por lo tanto a pesar de la ambigua delimitación conceptual de los servicios sociales, su reciente trayectoria institucional y su escaso reconocimiento social como bien afirmaron ellas no podemos olvidar la importancia de nuestra labor como agentes sociales promotores de cambio, ayudando a desaprender lo aprendido.

Yo misma...

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-Estudiante de Trabajo y Educacion Social en U.Pablo de Olavide. -Corresponsal Juvenil del Area de Juventud del Ayuntamiento de Los Palacios.
 

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