sábado, 23 de abril de 2011

LA MUJER DE AYER Y DE HOY Y EL MERCADO LABORAL.

El papel de la mujer a lo largo de la historia junto con su inserción en el mundo laboral son las temáticas que nos competen en esta entrada, correspondiéndose con las exposiciones de dos grupos de compañeros que al girar sobre el mismo colectivo he considerado conveniente aunar.

Así pues, en primer lugar debemos hacer alusión a las múltiples problemáticas que la mujer lleva padeciendo a lo largo de los años. Cuestiones como la discriminación femenina, un trato marginal, la brecha salarial o el techo de cristal que es la escasa ocupación de puestos directivos. Así como la segregación laboral, las altas tasas de desempleo femenino que duplican los índices del masculino, incluso cuadruplican las tasas de contrato a tiempo parcial y la relación del trabajo con la maternidad sitúan a la mujer en una situación de vulnerabilidad social.

Estos hechos son fruto de años de historia en los que la mujer ha estado relegada y sometida a la voluntad o decisión del hombre, ocupando un segundo lugar y atendiendo las labores domésticas y el cuidado de los niños, mayores o enfermos debiendo ostentar el ámbito privado de la vida social. Por lo que esta desigualdad entre ambos sexos no encuentra su origen en el factor biológico, sino que se trata de la consecuencia de un proceso de socialización basado en una ideología convencional, con unos valores tradicionales y al servicio de ciertos intereses. Así pues el rol desempeñado por la mujer a lo largo del tiempo ha sufrido pequeñas transformaciones atendiendo a las necesidades de cada época y teniendo en cuenta las intenciones de aquellos que ocupaban los puestos dirigentes.

Si nos remontamos a la prehistoria podemos derribar el tópico de que las mujeres siempre han estado subordinadas a los hombres, pues en este tipo de sociedad la mujer desarrollaba un papel fundamental siendo familias matricéntricas, tratándose de un tipo de sociedad bastante igualitaria en el sentido pleno de la palabra. Sin embargo en la época clásica y concretamente en Grecia la mujer es considerada como una esclava sin ningún tipo de derechos ni civiles ni políticos, siendo denegado su acceso a cualquier ámbito público ni cultural ni laboral. Ya en Roma el sector femenino comienza a adquirir ciertos derechos como poseer bienes, contraer matrimonio, hacer testamento o participar en la vida pública. Sin embargo en la edad media se produjo de nuevo un retroceso volviendo a someter a la mujer bajo el dominio del hombre, siendo consideradas un bien material basándose en el derecho de Pernada. Pero ya en la edad moderna vivimos el destape de la mujer aunque va asociado con frecuencia a su utilización como mero objeto sexual. En esta época la mujer debe ser buena hija, buena esposa, buena madre y buena ama de casa, siendo estos los roles que puede representar y debe aspirar para lo que es fundamental ser sumisa puesto que su misión en la vida es casarse y tener hijos.

No obstante, la Revolución Industrial en la edad contemporánea supuso importantes cambios para la mujer con su incorporación al mercado laboral ya que era necesaria mano de obra barata en la industrial textil. Superada esta barrera y algunas otras como el derecho de acceder a la educación formal y poder participar en la vida pública con los mismos derechos y deberes que los hombres, ha supuesto un gran avance alcanzado hace apenas varios años. Por lo que en la actualidad es verdad que existe una mayor concienciación al respecto y que se está trabajando desde diferentes ámbitos por la integración total y real de forma igualitaria de este colectivo. Para ello se han establecido medidas de protección y de discriminación positiva que han sido necesaria debido a los acontecimientos vividos y a los datos reflejados por las diferentes estadísticas, estudios e investigaciones. Así pues, cabe resaltar que según la secretaria de estado de igualdad a penas el 15% de los puestos directivos de relevancia están cubiertos por mujeres en los que ejerzan un liderazgo con personal a su cargo o la falta de equidad en el salario llegando a cobrar la mujer un 17% menos ocupando la misma categoría profesional y con la misma responsabilidad, así como la segregación vertical que dificulta su ascenso.

                           

Y es que a pesar de que se han dado pasos agigantados en lo que respecta a la liberación de la mujer en escasos años, pues sin ir más lejos miremos el rol de éstas en nuestro propio país durante el periodo franquista del que hace tan solo apenas unos cincuenta años, podemos decir que aún siguen produciéndose situaciones de discriminación y exclusión por el simple hecho de ser mujer, algo ilógico e incoherente. La mujer sigue vinculada al trabajo doméstico en el mercado laboral, cayendo además sobre ella el máximo peso y la obligación de su propio hogar por lo que se ve en la tesitura de tener que conciliar la vida familiar y laboral, sufriendo a menudo situaciones de acoso en el trabajo o mooving, cierta discriminación a la hora de desarrollar funciones o cobrar un sueldo inferior.

No obstante a esta altura del tema es natural que surjan opiniones contrapuestas al respecto y suscite un debate sobre cuestiones como la licitud de la existencia del Instituto de la Mujer, de leyes de discriminación positiva como la Ley de Igualdad para la paridad en las listas electorales, hasta qué punto es correcto o ético apostar y facilitar la contratación femenina y su ascenso por encima de los hombres o si son necesarias políticas de igualdad no equitativas. Pues bien debido al marcado e histórico carácter machista que define nuestra sociedad son necesarias este tipo de políticas de igualdad no equitativa o discriminación positiva hacia la mujer por lo menos por el momento, pues se tratan de medidas no permanentes que deberán suprimirse en el instante en el que se alcance la autentica igualdad anhelada. Ahora bien en todo momento nos referimos a medidas profundas con un verdadero sentido transformador que nos permita avanzar hacia una sociedad más justa.

Está claro que existe toda una declaración de buenas intenciones, un reconocimiento de la situación compleja en la que se encuentra la mujer e incluso cierta sensibilidad hacia la necesidad de adoptar medidas al respecto. Por lo tanto hay una previa predisposición por cambiar las circunstancias actuales aunque en la práctica parece que no se está haciendo o por lo menos avanzando lo suficiente. La crisis ha supuesto probablemente el principal obstáculo para seguir en esta línea de liberación de la mujer, un hándicap que ha truncado o por lo menos está retrasando su desarrollo y la conquista de la igualdad. Y es que los mayores índices de desempleo están ocupados por el colectivo juvenil y femenino, impidiendo su salida del ámbito doméstico o conllevando su vuelta.

Ahora bien se preguntaran ¿por qué ocurre esto?. Pues existen una serie de problemáticas asociadas a este colectivo como la desigualdad de género especialmente respecto al salario, y la feminización de la pobreza que podrían explicar estos hechos. Como nos comentaron nuestros compañeros Luis y Rocío, la mujer por lo general suele ocupar aquellos sectores laborales con menor cualificación dada su escasa formación, además su mayor presencia se hace notoria en el empleo a tiempo parcial, en empresas de tamaño reducido y en trabajos precarios relacionados en la mayoría de los casos con la limpieza y el cuidado personal. Todos estos factores influyen en la vulnerabilidad laboral de las mujeres, siendo una de las mayores afectadas en el momento que se ha de prescindir de algún empleado. Y es que debemos tener también en cuenta que aún en la actualidad se sigue produciendo desigualdad de estatus en el trabajo fruto de las prácticas discriminatorias desarrolladas por los directivos y la división sexual del trabajo que aun sigue otorgando la principal responsabilidad de la familia y los hijos a las mujeres. Aunque con la promulgación de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres se quiso paliar este aspecto con el establecimiento de un conjunto de medidas para favorecer y fomentar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, entre las que se encuentra el permiso de paternidad de trece días de duración. (http://www.boe.es/boe/dias/2007/03/23/pdfs/A12611-12645.pdf).

No obstante la Ley de Igualdad que en un principio parece plantear un gran avance en esta materia ha recibido críticas y opiniones contrapuestas. Desde ciertos sectores empresariales y políticos se la ha considerado excesivamente intervencionista ya que se la tacha de vulnerar la libertad de empresa, la libertad de los partidos políticos y el propio principio de igualdad con las medidas propuestas. Pero por otra parte diferentes sectores le recriminan dejar el cumplimiento y efectividad de algunas medidas en la buena voluntad de los implicados obviando un carácter de exigencia.

Estas controversias son producto del debate que conlleva la temática al tratarse de un asunto de gran actualidad. Es por esta misma razón que surgen numerosas medidas y múltiples servicios al respecto, a disposición de la integración de la mujer en la lucha por la igualdad. Por lo que a continuación haremos alusión a las diferentes instituciones a cargo de este colectivo que velan por sus derechos tanto a nivel estatal como autonómico.

- Nivel Estatal:

Ministerio de Igualdad: Es el departamento de la Administración General del Estado al que corresponde la propuesta y ejecución de las políticas del Gobierno en materia de igualdad, eliminación de toda clase de discriminación de las personas por razón de sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación sexual, edad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, y erradicación de la violencia de género, así como en materia de juventud. Le corresponde, en particular, la elaboración y desarrollo de las normas, actuaciones y medidas dirigidas a asegurar la igualdad de trato y de oportunidades, especialmente entre mujeres y hombres, y el fomento de la participación social y política de las mujeres.

Dentro de su estructura u organización interna destacamos:

  •  Dirección General para la Igualdad en el Empleo: para el impulso y promoción de políticas activas para el empleo y autoempleo de las mujeres, la creación de programas de formación profesional y el desarrollo de políticas públicas que aseguren la conciliación laboral y familiar.
  • Instituto de la Mujer: organismo autónomo dependiente del Ministerio de Igualdad, cuya finalidad es promover y fomentar las condiciones que posibiliten la igualdad social de ambos sexos y la participación de la mujer en la vida política, cultural, económica y social, por lo que promueve las políticas de igualdad entre mujeres y hombres.
- Nivel Autonómico:

Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía: tiene competencias en la elaboración, fomento y desarrollo de medidas para favorecer los derechos y libertades de los ciudadanos en igualdad de condiciones, iniciativas en materia de violencia de género y la coordinación de políticas de igualdad entre hombres y mujeres en Andalucía. Dentro de su organigrama se encuentra:

• Instituto Andaluz de la Mujer: es el Organismo de la Junta de Andalucía que promueve la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres con el objetivo de avanzar hacia un modelo de sociedad que incorpore nuevas formas de convivencia más democráticas e igualitarias. Entre sus funciones se encuentra asesorar al Gobierno Andaluz en los Planes de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres, estudiar e investigar su situación o realizar el seguimiento de la normativa vigente. Además de informar a las mujeres de todos sus derechos, recursos y programas existentes en Andalucía, fomentar su inserción laboral, la coordinación con la administración local, tramitar las denuncias pertinentes, trabajar la coeducación, realizar campañas para la sensibilización ciudadana y dinamizar el asociacionismo femenino.

Concretamente el IAM cuenta con centros provinciales y municipales de atención a la mujer, centros de acogida y el centro de documentación María Zambrano. El Instituto presta por tanto los siguientes servicios y programas:

  1.  Programas de atención social: programas para mujeres en riesgo de exclusión social, madres jóvenes, reclusas y ex reclusa o con problemas por tráfico sexual.
  2.  Teléfono de información a las mujeres 900-200-999 (24 horas).
  3. Servicio de atención jurídica. 
  4.  Programa de atención psicológica. 
  5. Servicio de acogida y atención integral.
  6. Programa de ayudas económicas.
  7. Unidad de Igualdad de Género.
  8. Programas de empleabilidad y formación: servicio de defensa legal, programa cualifica y el programa FORE para la integración socio laboral para mujeres con especiales dificultades de inserción.
  9. Programas de atención a mujeres inmigrantes.
  10. Programas para la participación y asociacionismo de la mujer: Consejos Locales de la Mujer, programa Asocia o el listado de asociaciones de mujeres.
  11. Campañas, jornadas y programas específicos para la coeducación.
(Fuente: Asignatura “Servicios Sociales Básicos y Especializados”).

Además es de crucial importancia resaltar la labor desempeñada desde el asociacionismo para la consecución de la igualdad, puesto que la iniciativa social supone un importante agente de presión para impulsar la adopción de medidas y la transformación de la sociedad. Por lo general son asociaciones dirigidas específicamente a las mujeres con algún tipo de necesidad o problema social, centrando sus acciones en las mujeres como medidas de acogida, orientación, información, apoyo y gestión de servicios, o bien en relación con la sociedad a través de la prevención, sensibilización social, reivindicación, promoción del voluntariado o el control de los servicios públicos. Aunque son numerosas las asociaciones de mujeres que se encuentran repartidas por nuestro país los compañeros que corrieron a cargo de esta exposición citaron como ejemplo la Asociación Arrabal AID (Málaga), para la integración sociolaboral de los colectivos con especiales dificultades.

Ahora bien, después de todo lo comentado a lo largo de esta entrada la gran ausencia hasta el momento es ¿qué ocurre con la figura del educador social?. Pues, este perfil profesional es el gran ausente en este ámbito y es que aunque sus funciones con este colectivo están bastante claras y están bien identificadas no se reconoce en su totalidad a este profesional. Y es que en la actualidad la igualdad está reconocida a nivel jurídico con un trato igualitario entre hombres y mujeres, pero sin embargo a pesar de esta formalidad no existe una igualdad real que le corresponda. Es por lo tanto precisamente en este punto donde tiene cabida las funciones del educador social para aplicar en la práctica las medidas de igualdad adoptadas desde las políticas públicas, promoverlas y velar por su cumplimiento. Así es como surgen las políticas de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres para garantizar que ambos puedan participar del igual modo en todas las esferas de la vida.

Pero para conseguir la equiparación efectiva y real de los derechos entre hombres y mujeres hace falta que se modifiquen actitudes y conductas del conjunto de la ciudadanía, con un cambio de valores, desaprendiendo lo aprendido, impulsando y transmitiendo estos nuevos valores a las nuevas generación a través de la coeducación. Por lo tanto el educador social tiene un papel fundamental y muy activo en todas estas cuestiones, siendo de su total competencia pues resulta imprescindible en todo este proceso de igualdad trabajar desde la educación. Es quizás la educación la mayor herramienta que podemos utilizar al respecto, siendo necesario el diseño de una política educativa basada en los derechos y en el valor igualitario de todos los seres humanos para la erradicación del sexismo y poder acabar con cualquier tipo de discriminación. Como apunta el profesor Rafael de Asís es el camino más largo pero también el más seguro para que todos podamos alcanzar la verdadera igualdad, no solo por justicia para las mujeres sino para alcanzar la autentica sociedad democrática, justa y solidaria que tanto predicamos y alardeamos de ella en nuestros escritos legales como aludimos en nuestra Constitución en el artículo 1.1 donde se sitúa la igualdad como uno de sus valores superiores o el artículo 14 donde se reconoce el principio de igualdad formal al señalar que: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” .

Sostener el actual modelo de sociedad es una tarea de la que se encargan los diferentes agentes de socialización que desde distintos ámbitos y posicionamientos de poder o autoridad emiten ciertos valores y criterios que son asumidos y aceptados generalmente como tal por el resto de la población. Así pues los principales ámbitos de desigualdad donde se formulan mensajes de discriminación hacia la mujer son la propia familia, la escuela, el trabajo, el grupo de iguales, la religión, los medios de comunicación y el lenguaje empleado. Por lo que son precisamente en todos estos sectores en los que el educador social deberá intervenir puntualizando las actuaciones y comportamientos que se producen en estos entornos así como el trato que en estos contextos se ofrece al colectivo femenino. En cuanto a la familia se deberá acabar con la reproducción de esquemas y la transmisión de los mismos patrones de conducta que mantienen la marginación. Para ello se deberán indicar modelos educativos basados en el respeto mutuo y valores como la libertad o la aceptación de las personas, sin establecer roles o expectativas predeterminadas por el simple hecho de ser uno u otro sexo así como la asignación de funciones, siendo sustituido en su lugar por una educación y desarrollo transversal. En el caso de la escuela trabajar desde la prevención y desde un sistema de coeducación, regulándose los contenidos, imágenes y conocimientos que se transmiten al alumnado y realizando una labor de sensibilización. En el trabajo se debe apostar por una buena integración de las mujeres al mismo en una convivencia cordial en la que se trate de eliminar las situaciones de discriminación, haciendo posible la conciliación de la vida laboral y familiar sin necesidad de tener que ser superwoman y concienciando a los cargos directivos de que las mujeres también pueden ostentar a dichos puestos y hacer un buen liderazgo. Desde el grupo de iguales especialmente en edades juveniles donde soportan un gran peso es importante que estén bien formados, que conozcan la realidad y que una vez hayan asimilado todo lo que supone la igualdad de género crean en ella y sean capaces de defenderla. Mientras que finalmente desde los medios de comunicación y en el lenguaje que utilizamos es importante que se emitan mensajes idóneos y acordes con los nuevos valores que se están promoviendo, proyectando una nueva imagen social de la mujer adaptada a los nuevos tiempos que corren.

Para finalizar decir que la incorporación de la mujer al mercado laboral aunque en el caso concreto de España ha sido relativamente tardía, a partir de la década de los 60 consolidándose paulatinamente, supuso un rasgo importante para la evolución de la sociedad. En nuestro país renovaron e incrementaron la población activa aunque a pesar de todo ello sufrieron y siguen padeciendo una fuerte situación de discriminación. Y es que con la actual crisis de nuevo las mujeres son las más perjudicadas, con mayores índices de desempleo, con sueldos inferiores, trabajos de menor reconocimiento y con trabas en su ascenso. A todo ello debemos sumar que la presencia de la mujer en el mundo productivo o en el empleo remunerado no supone el abandono del trabajo en el hogar por lo que desarrolla una doble jornada laboral, conllevando un aumento de enfermedades en este colectivo, un descenso de la natalidad o la menor dedicación para su propio ocio y tiempo libre. Por ello son necesarias la adopción de medidas al respecto, de estrategias de conciliación y políticas sociales que mejoren sus circunstancias. Partidaria del cuarto pilar del bienestar de ayudas a las familias defendido por Vicenç Navarro, pienso que se debería invertir ahora más que nunca en ayudas para la dependencia y la infancia aumentando el gasto social público en lugar de reducirlo, hecho ilógico que tiene lugar en nuestro país como bien apuntaba Leandra Pérez en la conferencia que tuve el gusto de asistir. Y es que de esta forma se fomentaría la conciliación de la vida familiar y laboral así como la corresponsabilidad del hombre favoreciendo el crecimiento de la natalidad, el rejuvenecimiento de la sociedad y como afirmaba Sebastián Sarasa aumentaría las personas que contribuyen a los impuestos y cotizan a la seguridad social, suponiendo de nuevo una vez más la incorporación de la mujer al mercado laboral un punto de auge e impulsión para el país.

2 comentarios:

Almudena Martínez Gimeno dijo...

Ana Belén, muy buen trabajo el tuyo este segundo cuatrimestre. Profundizas en cada entrada y mantienes un ritmo mas o menos constante. No te dejes ir que son muchas las exposiciones y merece la pena el último tirón porque lo que llevas trabajado está realmente bien.

Ana Belén dijo...

Hola Almudena me alegran tus palabras y no dudes que intentaré seguir esta línea con el resto de entradas incluso mejorando lo que sea preciso o conveniente.

Así que muchas gracias por tu aliento en este tirón final donde el cansancio y el estrés van haciendo mella.

De nuevo gracias.

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Yo misma...

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-Estudiante de Trabajo y Educacion Social en U.Pablo de Olavide. -Corresponsal Juvenil del Area de Juventud del Ayuntamiento de Los Palacios.
 

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