lunes, 2 de mayo de 2011

SALUD MENTAL

La Salud Mental fue la temática escogida por las compañeras Clara, Esperanza y Cristina para su exposición. Un colectivo desconocido para muchos de nosotros por lo que su elección parece interesante o al menos innovadora, así que los allí presentes nos mostramos bastante expectante ante la novedad.

Para comenzar, las compañeras realizaron una pequeña lluvia de ideas a través de las preguntas ¿qué es la salud mental? y ¿cuáles son los recursos que se encuentran a disposición de este colectivo?. Conceptos como deterioro mental, manicomios, psiquiátricos, hospitales o tratamiento psicológico entre otros fueron algunos de los términos que salieron a la palestra. La verdad que todos tenemos más o menos presente la imagen de una persona con problemas de salud mental, por lo que la gran mayoría al transmitirnos dicha temática rápidamente se nos vino a la mente nunca mejor dicho una persona que no tiene control de su conducta, ha perdido la razón, se encuentra desorientada, confundida, ha perdido la cordura o el sentido común y puede presentar ataques por lo que los recursos que se les proporcionan normalmente es un tratamiento médico y el internamiento en un centro en el que solemos visualizarlo como una especie de cárcel en la que se les aísla con todo de blanco y con camisas de fuerza para sujetar a los pacientes.

Ahora bien dicha imagen, anteriormente descrita, se encuentra estereotipada y llena de prejuicios causada en gran parte por el ámbito cinematográfico, que a través de sus películas han transmitido este perfil. Una visión que se ha mantenido asociada a lo largo del tiempo con falsas ideas como que son personas incapaces de integrarse en la sociedad por lo que deben aislarse, no pueden participar activamente, no tienen control sobre sí mismos, no son inteligentes y suelen producir miedo, rechazo e inseguridad. Por lo tanto precisamente a través de este medio, es decir del visionado de dos fragmentos de las películas “Shuttle Island” y “El intercambio”, las ponentes pretendieron acercarnos aún más la imagen proyectada de este colectivo que en numerosas ocasiones corresponde con una realidad no tan lejana, lo que a su vez les permitió explicarnos la evolución de su tratamiento de manera más comprensiva.

Así pues los manicomios eran la única institución que se hacía cargo de estas personas, por lo que se trataba de un “cajón de sastre” al que se destinaban todos aquellos sujetos que rompían el orden social y suponían una lacra para el sistema. Prostitutas, alcohólicos o alborotadores del régimen entre otros eran las personas que también ingresaban en estos centros con fines principalmente restrictivos, dado que eran utilizados como instrumento para dar respuesta al problema de la pobreza, enfermedad o marginación ejerciendo por tanto como medio de control social. Por lo tanto las consecuencias de este tratamiento con falta de medios, personal poco cualificado, masificación en los centros, atención despersonalizada y rudimentaria provocaba en los pacientes un grave deterioro general, un empeoramiento de su estado, mayor marginación y aislamiento.

Sin embargo a pesar de las deplorables condiciones en las que se encontraban estos centros, debemos apuntar que son considerados el germen del trabajo social al atender a la pobreza y los problemas sociales. Así pues el avance progresivo en los medios de tratamiento, el reconocimiento de la terapia, el clima general de la democracia, el reconocimiento de los derechos humanos y el crecimiento económico fueron impulsando una clara tendencia hacia la “desinstitucionalización”. Por lo que en el siglo XX a partir de finales de la II Guerra Mundial surgió en occidente una corriente de reforma psiquiátrica, una transformación de la atención que produjo el cambio de la reclusión en manicomios a un modelo de atención a la salud mental. Se produjo por tanto un desmantelamiento del sistema tradicional de asistencia psiquiátrica dando lugar al desarrollo de una red integral que aúna tanto el aspecto sanitario como el social.

Así pues, concretamente en España el mayor proceso de transformación se produjo con la aprobación de la Ley 14/1986 General de Sanidad, de 25 de abril, con la que se proclama en materia de salud mental los siguientes avances:

Título I del Sistema de Salud: Capítulo III de la Salud Mental.

Artículo 20. Sobre la base de la plena integración de las actuaciones relativas a la salud mental en el sistema sanitario general y de la total equiparación del enfermo mental a las demás personas que requieran servicios sanitarios y sociales, las Administraciones sanitarias competentes adecuarán su actuación a los siguientes principios:

  • La atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y los sistemas de hospitalización parcial y atención a domicilio, que reduzcan al máximo posible la necesidad de hospitalización. Se considerarán de modo especial aquellos problemas referentes a la psiquiatría infantil y psicogeriatría
  • La hospitalización de los pacientes por procesos que así lo requieran se realizará en las unidades psiquiátricas de los hospitales generales.
  • Se desarrollarán los servicios de rehabilitación y reinserción social necesarios para una adecuada atención integral de los problemas del enfermo mental, buscando la necesaria coordinación con los servicios sociales.
  • Los servicios de salud mental y de atención psiquiátrica del sistema sanitario general cubrirán, asimismo, en coordinación con los servicios sociales, los aspectos de prevención primaria y la atención a los problemas psicosociales que acompañan a la pérdida de salud en general

(http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/l14-1986.t1.html)

La aprobación de la Ley General de Sanidad hace 25 años, supuso un antes y un después en el sistema de salud mental, abogando por un cambio en su tratamiento promoviendo para ello el cierre de “los manicomios o centros psiquiátricos” e impulsando en su lugar la creación de unidades de salud mental. Planteaba por tanto una reforma profunda en psiquiatría para atender a las personas con trastorno mental de forma comunitaria evitando así su internalización y aislamiento en un centro. El presidente de la Confederación Española de Agrupaciones Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES), José María Sánchez Monje ha reconocido el gran progreso que ha supuesto esta normativa en el reconocimiento de los derechos y atención a este colectivo, dado que “logró equiparar a las personas con una enfermedad mental con aquellas que tenían otro tipo de patologías”. Sin embargo asegura que aunque esta ley permitió acabar con la reclusión de un gran número de la población en condiciones infrahumanas, se trata de una reforma incompleta al no ofertar un sistema de atención integral ni prestar los recursos necesarios para el cumplimiento de los objetivos previstos.

Así pues, el psiquiatra Josep Clusa apunta que la gran reforma se ha encontrado con dos problemas:

- El despliegue de la red no ha contado con financiación suficiente.

- Los órganos gestores se han visto influenciados por ideología, política y técnica.

Estas dos cuestiones han provocado que se desarrolle una red con deficiencias, poco equitativa y que no facilita o proporciona un proceso psicoterapéutico individualizado, lo que conlleva a su vez a recaer sobre las familias en exceso el peso del soporte al enfermo en su vida cotidiana. Se ha responsabilizado del cuidado y atención de estas personas con problema de salud mental a sus familiares, produciéndose una sobrecarga de las funciones de éstos y cierto desentendimiento por parte de las administraciones públicas. En muchas ocasiones estos acontecimientos han desembocado en una situación insostenible, conflictiva y problemática en la que los familiares no pueden solos seguir hacia adelante con el cuidado de esta persona porque carecen de medios, de recursos, de formación o simplemente se encuentran desorientados, cansados y fatigados de la labor. Y es que este tipo de cuidados prolongado en el tiempo, con una atención diaria sin recibir ningún tipo de ayuda o respiro supone un agotamiento de los familiares, quienes pueden sufrir ansiedad y estrés por la situación en la que se encuentran incluso un deterioro de las redes familiares.

Por lo tanto en los años sesenta y setenta se lucho por la impugnación de los manicomios, y en los ochenta se puso en marcha en nuestro país una red de recursos de atención ambulatoria, hospitalaria y rehabilitadora para el mantenimiento o reincorporación del paciente a su entorno natural con su familia. La cuestión siguiente a defender en la nueva lucha es la incorporación de la enfermedad mental como un ámbito más dentro de la salud. Pero a pesar de mis escasos conocimientos en esta temática, me atrevería a decir que además de esos aspectos se deberían incluir y tener en cuenta la reivindicación del establecimiento de una verdadera red integral desde la que se abarcara esta problemática desde todos los ámbitos de la vida de la persona, que garantizasen de esta manera su integración social así como su bienestar y calidad de vida englobando todas las edades. Una red de recursos que favoreciera un desarrollo normalizado de su vida y apoyos constantes para los familiares, puesto que debemos entender que los enfermos mentales no están incapacitados totalmente para desenvolverse por sí mismos. Éste es quizás uno de los hándicap de este colectivo pues existe una sobreprotección por parte de la familia, una estigmatización de la persona y no se valora ni se promueve la adquisición de habilidades sociales que le permitan desarrollarse en sociedad y valerse por sí mismo.

Gran parte de esta cuestión se centra en la concesión a lo largo de la historia de un tratamiento médico exclusivo, por lo que no se reconocían el tratamiento con este colectivo desde otras disciplinas. En la actualidad se han producido grandes avances en esta línea aunque existen grandes lagunas en algunos sectores profesionales importantes y necesarios como es el caso del educador social, aunque sobre esta cuestión incidiremos más adelante.

Inmaculada Pinar y Enric Arqués, de la Asociación Joia y quienes han potenciado Radio Nikosia, aseguran que desde los años ochenta cuando empezaron a trabajar en este sector se han realizado grandes avances y transformaciones a nivel de estructura, pero la integración social y laboral de estas personas siguen siendo hoy día el principal caballo de batalla de las personas que trabajan para la mejora de este colectivo. Y es que según cuentan se le sigue otorgando la identidad de enfermo, se le considera como ciudadano de segunda incapacitado para ejercer sus derechos y obligaciones, etiquetado bajo viejos prejuicios, siguen en pie grandes barreras sociales construidas ante estas personas a pesar del derribo de los muros de los centros psiquiátricos. Por lo que el apoyo a las familias y a los centros de empleo, la lucha contra el estigma y la promoción de viviendas y pisos tutelados es fundamental para seguir avanzando con este colectivo.

Os dejo a continuación dos enlaces sobre dos noticias referentes a todo lo comentado anteriormente de las que he extraído esos datos, ya que me han resultado muy interesante y de gran interés para reflexionar sobre el tema que en esta entrada nos atañe sobre salud mental:




Ahora bien, todos estos progresos producidos en este colectivo han mantenido una estrecha relación con los cambios acaecidos en el concepto de enfermedad y salud mental. La enfermedad mental es un concepto que se encuentra enmarcado en la psiquiatría y medicina, es una alteración de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, encontrándose alterado el razonamiento, el comportamiento, la facultad de reconocer la realidad o de adaptarse a las condiciones de la vida. Sin embargo se trata de un término en desuso debido a que el origen biológico no está en algunos casos claramente demostrado y por la estigmatización social que implica, siendo sustituido por trastorno mental o psicopatología promovidos éstos por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Psiquiátrica Americana. La Salud Mental por su parte es un concepto más amplio que engloba todos los aspectos de la vida de la persona, su equilibrio con el entorno sociocultural en el que se encuentra inserto lo que garantiza su participación laboral, intelectual y relacional para alcanzar un bienestar y calidad de vida. Sin embargo este es un término muy subjetivo cuya definición dependerá de la cultura a la que haga referencia.

Debemos hacer un inciso para aclarar que el concepto de enfermedad mental aglutina numerosas tipologías, por lo que resulta muy complicado definir de manera precisa y bajo un único término todas ellas. Además cada uno de estos trastornos presente diferentes síntomas por lo que se deben abordar de manera particular e incluso individualizada puesto que cada persona presenta y desarrolla diversas características. Y es que los trastornos mentales presentan una naturaleza multifactorial integrando elementos biológicos, ambientales y psicológicos, de ahí la gran diversidad existente debido a su multitud de combinaciones. No obstante las principales características psicosociales destacadas son baja autoestima, inseguridad, carencias afectivas, aislamiento, apatía o deterioro de las habilidades sociales entre otras.

Las compañeras hicieron alusión a las principales tipos de enfermedades mentales siguiendo el manual CIE 10, pero en esta entrada me centrare en la esquizofrenia ya que fue este el trastorno sobre el que giro el mayor peso de la presentación.

La esquizofrenia fue un término introducido en 1911 por el psiquiatra suizo Bleuler que significa “mente pérdida”, para hacer referencia a dificultades en la asociación de ideas con una retirada de la realidad y vida social, aunque este trastorno fue identificado previamente en 1896 por el psiquiatra alemán Kraepelin con el nombre de “demencia precoz”. La edad de aparición está comprendida entre los 15 y los 45 años, aunque suelen comenzar al final de la adolescencia, también hay casos de aparición en la infancia, que suelen camuflarse con problemas escolares o mal comportamiento. Quien padece este trastorno experimenta una distorsión en sus pensamientos y sentimientos, por lo que resulta muy complejo que una persona que presente estos síntomas los identifique y lo asimile como tal, resultando aún más complejo si cabe su diagnóstico.

El principal problema de la esquizofrenia es que presenta síntoma subjetivos con variaciones específicas dependiendo de la persona en cuestión que sufre la patología, aunque se pueden reconocer dos tipos de síntomas:

  • Síntomas positivos: son aquellas manifestaciones que el paciente hace o experimenta y que las personas sanas no suelen presentar. Se tratan de episodios psicóticos como alucinaciones, delirios, alteraciones del pensamiento, en el ámbito de los sentimientos como angustia o excitabilidad y en la motricidad.

  • Síntomas negativos: son aquellas cosas que el paciente deja de hacer y que los individuos sanos pueden realizar cotidianamente, como pensar con fluidez y con lógica, experimentar sentimientos hacia otras personas o tener voluntad para levantarse cada día. Presentan pobreza afectiva, apatía, insociabilidad y problemas cognitivos de la atención.


En lo que respecta al tratamiento de este tipo de trastorno mental, debemos señalar que la esquizofrenia se trabaja fundamentalmente con fármacos llamados antipsicóticos los cuales se encargan de controlar los síntomas activos pero es necesario que se complemente con un tratamiento psicosocial. Y es que ya que se persigue la integración social de la persona y su desarrollo en sociedad normalizando su situación es fundamental la adquisición de habilidades sociales que le permitan convivir en comunidad, que desarrolle o recupere hábitos de vida saludable, que tenga una ocupación y se mantenga activo, y que cree una red social importante y se relacione con familiares y amigos. Por ello el tratamiento psicosocial se basa fundamentalmente en su rehabilitación, un buen soporte terapéutico que le proporciona la ayuda que requiere para su desempeño en todos los niveles de su vida, necesario para una evolución favorable del sujeto. Se trabaja desde el contexto familiar con el objetivo de disminuir o eliminar el déficit que presenta en los distintos ámbitos de la vida diaria que impiden su integración en el medio, dotándole de mayor autonomía, mejorando su calidad de vida y la de sus familiares. Es imprescindible para ello llevar a cabo un plan individualizado de rehabilitación adaptado a cada trastorno concreto y a las características personales de cada individuo, por lo que las áreas trabajadas son las siguientes:

- Psicoeducación del paciente y de la familia: proveer de una información actualizada y comprensible acerca de la enfermedad mental, enseñando a discriminar los síntomas, otorgando la importancia de la medicación y llevando a cabo una labor de concienciación.

- Habilidades sociales: mediante actividades en grupo se trabajan técnicas gratificantes y educativas del trato social. De manera gradual se va progresando en la configuración de pequeños grupos, la realización de tareas cooperativas, el entrenamiento de habilidades específicas como pedir favores, aceptar críticas, mantener la escucha, entablar conversaciones, etc.

- Educación para la salud: fomentar la salud como un bien que se puede trabajar mediante temáticas como la sexualidad, alimentación, sueño, prevención de la ansiedad, autoestima y autoimagen o capacidades cognitivas.

- Orientación y tutoría: aconsejar sobre cualquier duda o problema que presente un usuario, siempre que no pueda ser tratado de manera grupal porque requiera de un trato personalizado.

- Actividades de la vida diaria: adquisición de habilidades necesarias para la vida cotidiana como el cuidado personal, actividades domésticas y orientación cultural.

- Desenvolvimiento personal: actividades para el desarrollo de habilidades que le permitan moverse en el ambiente comunitario en el que se encuentra inserto como la realización de trámites, orientación social, cultural, deportiva, política o enseñarles recursos para buscar empleo.

- Otras áreas: prestaciones socioeconómicas y sanitarias, de formación laboral, alternativas residenciales, uso del tiempo libre, educación de la persona afectada, ocupación y apoyos.

Como hemos podido apreciar las personas con problemas de salud mental necesitan recibir una atención multidimensional, ya que afecta a todos los niveles de su vida. Dicha problemática se debe abordar desde una perspectiva integral en la que se presta una atención biopsicosocial, dado que no presenta exclusivamente tintes biológicos sino que también aparecen raíces sociales. Por lo tanto no podemos sustituir la medicación pero si complementar la actuación con técnicas que permitan el autocontrol, aumento de la autoestima o habilidades sociales. Además prueba de ello son los recursos existentes desde distintas áreas como son los recursos sanitarios con las distintas unidades específicas de salud mental y las unidades de carácter experimental, así como los recursos de apoyo social. La cuestión si sitúa quizás una vez más ante el hecho evidente y necesario de la presencia de las funciones educativas y sociales, y la ausencia de la figura profesional del educador social.

Sinceramente pienso que se trata de un colectivo cuya intervención precisa y requiere de la participación desde diferentes áreas, por lo que tiene cabida la involucración de los distintos profesionales aunque el personal técnico-sanitario nos impida nuestra incorporación en este ámbito. El problema se encuentra bajo mi percepción en la ausencia de una clara delimitación específica que establezca los distintos campos de intervención y el perfil profesional que debe hacerse cargo del mismo, dando lugar al intrusismo profesional y a la falta de control fruto de la carencia de una normativa que regule dicha acción. De esta manera el perfil del educador social en este ámbito no se encuentra reconocido y sus funciones son asumidas por el monitor ocupacional, lo que interfiere a su vez y disminuye la calidad de los servicios prestados. Andalucía pionera en la aplicación de la reforma psiquiátrica debería serlo también en la inclusión del perfil profesional del educador social, cuestión en la que están despuntando comunidades como Madrid y Cataluña.

Por lo tanto abogamos por un incremento de las políticas sociales destinadas al colectivo de personas con alguna enfermedad mental, ya que se trata de uno de los grupos más olvidados por las administraciones públicas y por lo tanto de los más desconocidos. El aumento de política social supondría una mayor descentralización, mayores recursos, medios y sobre todo un mayor número de especialistas que trabajasen en este campo, acabando de esta manera con numerosos estigmas de que son violentos, incapacitados laboralmente o una personalidad voluble. En resumen se debe dar a conocer el colectivo, derribar tópicos, aumentar las ayudas destinadas a este colectivo e integrar su situación.

En definitiva se debe tener en cuenta y muy presente este colectivo, ya que no existe un perfil determinado y cualquier persona puede verse afectada independientemente de su clase social. No debemos marginar o excluir a estas personas puesto que se trata de una patología que simplemente les hace ver el mundo de otra manera, presentan una visión diferente de la realidad por lo que dejemos pues que se desarrollen e intentemos canalizar positivamente toda su energía por lo que en algunos casos podremos entonces disfrutar como bien señalaron las ponentes de grandes artistas de la historia como Dalí, Van Gogh o Nietzsche entre otros.

De hecho actualmente, vivimos en un tiempo en el que el estilo de vida no favorece en absoluto la buena salud mental con la pérdida de valores, de referentes, desestructuración familiar, desempleo, ansiedad, estrés, etc; factores de riesgo de carácter individual, familiar, económicos, ambientales, sociales o genéticos que unidos a la ausencia de factores de protección en un contexto vulnerable es probable y puede dar lugar al desarrollo de la enfermedad mental. Y es que en los últimos años han aumentado los trastornos obsesivos y depresivos, vivimos con un alto nivel de insatisfacción personal y familiar, no disfrutamos de la vida por lo que no somos felices. Se estima que el 27% de los europeos adultos sufren al menos una forma de alteración psíquica en alguna época de su vida, siendo la depresión una de las principales causa de enfermedad en el mundo desarrollado, lo que ha aumentado el número de suicidios.

Creo pues, que tras todo lo expuesto hemos podido conocer algo más a este colectivo y su situación, así como comprender su patología gracias especialmente a la dinámica de escucha de voces llevada a cabo por las compañeras durante su exposición. Es uno de los colectivos que más ha llamado mi atención al ser tan desconocido, por lo menos para mí, y al visualizar claramente la necesidad de una intervención socioeducativa apenas reconocida. En una sociedad en la que la tendencia predominante es que la mayoría de los fenómenos de la vida se medicalicen, debemos luchar por ocupar el lugar que nos pertenece, recibir el reconocimiento oportuno y que la atención socioeducativa sea igual de valorada que la atención sanitaria. Aunque nos lleven años de historia de ventaja y suene tal vez a utopía, pienso que el profesional del ámbito educativo y social está siendo cada vez más necesario y requerido por parte de las distintas instituciones por lo que espero que algún día no tengamos que responder a preguntas como ¿qué es trabajo social?, ¿qué es educador social?, ¿de qué se trata o a qué os dedicáis?, puesto que estemos insertos en la sociedad a tan nivel que nuestra acción este normalizada en cualquier contexto.




                                
Aquí os dejo un fragmento del documental 75minutos

0 comentarios:

Publicar un comentario

Yo misma...

Mi foto
-Estudiante de Trabajo y Educacion Social en U.Pablo de Olavide. -Corresponsal Juvenil del Area de Juventud del Ayuntamiento de Los Palacios.
 

Portafolio de Vico Design by Insight © 2009